“Si de la evaluación hacemos un ejercicio continuo, no hay razón para el fracaso, pues siempre llegaremos a tiempo para actuar e intervenir inteligentemente en el momento oportuno, cuando el sujeto necesita nuestra orientación y nuestra ayuda para evitar que cualquier fallo detectado se convierta en definitivo.”
Juan Manuel Álvarez
La siguiente reflexión pretende determinar los obstáculos y dificultades a superar para realizar una evaluación centrada en el proceso, tomando en cuenta mis retos y metas.
El contexto en el que desarrollo mi evaluación y la forma en que la realizo serán mi punto de partida ya que estos elementos y factores son los que favorecen o en su caso, obstaculizan el proceso de la enseñanza y el aprendizaje.
En el artículo publicado con anterioridad, hacia referencia a que en mi forma de evaluar predomina la metodología conductista, en donde las evaluaciones sumativas, evaluaciones según criterio y la secuencialidad son la norma.
Dentro de los elementos y factores que condicionan, a mi entender, el contexto de mi práctica educativa cabe mencionar:
- Los que tienen que ver con mis estudiantes: las carreras que cursan cada uno, los niveles de aprendizaje y conocimiento adquiridos hasta ese momento y las situaciones sociales y culturales en las cuales están inmersos, intereses, motivación, expectativas.
- Los aspectos que tienen que ver con la institución: las políticas educativas, el curriculum, los programas de las asignaturas, espacios físicos, equipos y recursos.
- Finalmente los aspectos que tienen que ver conmigo como docente: mis conocimientos sobre evaluación, mis experiencias previas, mis creencias, metodología empleada, enfoque pedagógico predominante, tiempo empleado en el diseño de instrumentos de evaluación y luego en la corrección y retroalimentación de resultados.
Es primordial que la reflexión sobre mi práctica educativa me conduzca a ponerle mayor atención a aspectos importantes del proceso formativo además del contenido. Es cierto que no se puede rechazar el aprendizaje de contenidos porque son necesarios para articular el pensamiento, para adaptarse a la realidad y para poder manejarla; ahora bien, limitarnos a la evaluación de conocimientos supone un reduccionismo. Error en el cual caemos con mucha frecuencia.
De acuerdo a Lourdes Villardón Gallego en el documento, Evaluación del aprendizaje para promover el desarrollo de competencias, 'La concepción de competencia como resultado de aprendizaje tiene una serie de implicaciones para la evaluación. En primer lugar, la competencia supone la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes. Por tanto, la evaluación debe evaluar los tres tipos de adquisiciones'. Entonces, he de considerar otra serie logros en el proceso evaluador: actitudes, destrezas, hábitos, valores.
El objetivo fundamental ha de ser la mejora de la evaluación de los aprendizajes, incorporando a mi planificación los principios que favorezcan una evaluación ajustada a los objetivos formativos y que favorezca el aprendizaje, lo que implica:
- Utilizar estrategias que permitan al estudiante reconocerse como agente activo en su propia evaluación, aprenda a evaluar sus propias acciones y aprendizajes, utilice técnicas de auto-evaluación y sea capaz de transferirlas en diversidad de situaciones y contextos.
- Considerar la evaluación de aspectos actitudinales que puedan estimular al estudiante para que logre desarrollar una motivación adecuada hacia los objetivos de aprendizaje.
- Substituir el concepto de momento por el de continuidad. Ofrecer al estudiante información previa sobre el sistema de evaluación (técnicas, criterios, momento...), información durante el proceso con relación a las actividades de aprendizaje (resultados de las actividades, aspectos a mejorar, progreso, etc.) y al final del proceso (resultados de las evaluaciones parciales y finales) para que el estudiante conozca el nivel de logro alcanzado en los resultados de aprendizaje esperados.
- Asumir y llevar a término las técnicas de diseño, aprovechamiento, interpretación y utilización de auto-evaluaciones y co-evaluaciones.
- Tomar en cuenta no solamente los procesos formalizados de enseñanza-aprendizaje, sino todas aquellas situaciones que favorecen la formación, ya estén planificadas o no. Estar abierta a lo imprevisto, a objetivos no planeados y a mejoras surgidas en el proceso.
Para alcanzar lo propuesto, confieso que debo iniciar y mantener un proceso sistemático de capacitación, investigación, reflexión, auto-evaluación y contacto con otras experiencias evaluativas y que mis acciones sean por convencimiento propio.