A la hora de iniciar un nuevo semestre es recomendable que tomes en cuenta algunos consejos:
Participa en clases.
Todo profesor valora una participación atinada. Puede ser pedir una aclaración o retroalimentar lo explicado, no pienses que meterás la pata o parecerá muy tonta tu duda. No saben lo increíblemente bien que se siente que hagan preguntas y les pueda responder, que armemos un diálogo. Porque al final es esa la verdadera experiencia del aprendizaje, más que el “yo hablar y tu escuchar”. Una clase participativa hace que al profesor le den más ganas preparar algo verdaderamente instructivo.
Actúa como un tipo grande.
Una de las peores cosas que pueden existir es tener que tratar a alumnos universitarios como niños de escuela. Ejemplos típicos, día de la prueba y llega el clásico alumno “oiga profe pero es que no traje lápiz”. Qué quieres que te diga. Otro clásico es la alumna que pagó $$$ por el ringtone y lo quiere mostrar y deja el teléfono prendido. Y cuando suena su música pone cara de “ah es que no sabía que había que apagarlo”. Tienes que apagar tu celular. Tercer ejemplo clásico, pones las instrucciones por escrito y te preguntan algo que está en el papel. O sea, gánate el respeto, haz que te consideren un tipo adulto, maduro. Y por favor, no esperes que sea el profesor el que te diga cosas básicas, no es el momento para enseñarte lo que no aprendiste en el colegio. Así no funciona.
Etiqueta básica.
Tiene que ver con madurez e identificarse. Nosotros los profesores pedimos muchos trabajos por e-mail, y es bueno que esos correos electrónicos lleguen con tu nombre. Si en el campo del remitente dice “emo sufriente” o “unicornio dorado” es bien posible que lo tire a la bandeja de Spam. Por otra parte, si me pasas un trabajo vía mail, sirve bien poco que le pongas “TRABAJO de Cuqui” porque como te habrás dado cuenta los profesores no somos adivinos. Usa tu nombre, apellido y mejor aún tu matrícula. Identifícate adecuadamente.
Participa en clases.
Todo profesor valora una participación atinada. Puede ser pedir una aclaración o retroalimentar lo explicado, no pienses que meterás la pata o parecerá muy tonta tu duda. No saben lo increíblemente bien que se siente que hagan preguntas y les pueda responder, que armemos un diálogo. Porque al final es esa la verdadera experiencia del aprendizaje, más que el “yo hablar y tu escuchar”. Una clase participativa hace que al profesor le den más ganas preparar algo verdaderamente instructivo.
Actúa como un tipo grande.
Una de las peores cosas que pueden existir es tener que tratar a alumnos universitarios como niños de escuela. Ejemplos típicos, día de la prueba y llega el clásico alumno “oiga profe pero es que no traje lápiz”. Qué quieres que te diga. Otro clásico es la alumna que pagó $$$ por el ringtone y lo quiere mostrar y deja el teléfono prendido. Y cuando suena su música pone cara de “ah es que no sabía que había que apagarlo”. Tienes que apagar tu celular. Tercer ejemplo clásico, pones las instrucciones por escrito y te preguntan algo que está en el papel. O sea, gánate el respeto, haz que te consideren un tipo adulto, maduro. Y por favor, no esperes que sea el profesor el que te diga cosas básicas, no es el momento para enseñarte lo que no aprendiste en el colegio. Así no funciona.
Etiqueta básica.
Tiene que ver con madurez e identificarse. Nosotros los profesores pedimos muchos trabajos por e-mail, y es bueno que esos correos electrónicos lleguen con tu nombre. Si en el campo del remitente dice “emo sufriente” o “unicornio dorado” es bien posible que lo tire a la bandeja de Spam. Por otra parte, si me pasas un trabajo vía mail, sirve bien poco que le pongas “TRABAJO de Cuqui” porque como te habrás dado cuenta los profesores no somos adivinos. Usa tu nombre, apellido y mejor aún tu matrícula. Identifícate adecuadamente.
